Bajó del coche apresurada, no quería
entretenerle ni un momento más, le esperaba un largo viaje y se hacía tarde.
Se quedó con los pies clavados a ese
asfalto, a pesar de lo gélido de la temperatura. El coche se alejaba y apenas
podía apreciar unos ojos en el espejo
retrovisor interno, desdibujado ya el conductor le pareció ver un leve gesto en
que su mano le decía adiós, confuso. Durante
sólo unos segundos debido a su miopía no estaba segura de si en realidad había
ocurrido o simplemente lo habría deseado… Pero algo le hacía sospechar que esos
ojos se quedaron clavados en el retrovisor interno hasta perderla de vista…
Le había dicho que cogería el autobús
de regreso a casa, pero a pesar del frío, no quería entrar en un transporte
público abarrotado donde su recuerdo se difuminaría demasiado pronto. Cuando en
ese momento, lo que ella ansiaba era que permaneciera un rato más en sus
recuerdos, prolongar la sensación de pasado, estirar los minutos que tan sólo
acababan de terminar, juntos. Se negaba a adentrarse en su vida sin ese impás
imprescindible para respirar hondo y permitirse el recreo antes de volver a su
rutina…
Desanduvo el camino que aquel coche
había hecho con los dos, esos últimos minutos, y caminó despacio recreando esa
pequeña memoria inmediata que aun permanecía en todos y cada uno de sus
sentidos. El frío viento aun le traía sus susurros de deseo, casi podía
escucharlos como en un antiguo casete una y otra vez, sus palabras en su oído,
llamando a su deseo, aquella voz que la estremecía con una rapidez meteórica,
encrespando su piel, erizando su vello, la misma que había calentado con su
aliento cada centímetro de su cuerpo.
Recreaba mentalmente la suavidad de
sus manos recorriendo su espalda, sus hombros, sus labios lentamente como a los
dos les gustaba, robando al tiempo su significado en minutos, para traducirlo
en calor sobre sus cuerpos. El roce de su vello que le causaba aquel cosquilleo
tan agradablemente cálido, haciéndole temblar…
Aunque en algún momento su atención
se detenía en algunas tiendas a su paso, no se permitió la distracción, aun no,
no quería que nada le distrajese de su ensimismamiento en todo lo que había
vivido, su sonrisa cómplice con sus recuerdos le transportaba de nuevo a su
presencia, tal y como ella querría que fuera…
Por segundos la razón se iba
apoderando de su cerebro, y las luces de la calle, de los escaparates la
alejaban poco a poco de lo deseado por sus pensamientos, los ruidos de los
coches y el tráfico de esta ciudad a veces no son capaces, a pesar de lo
ensordecedor, de sacarla de su ensimismamiento.
Siguió caminando hacia su casa, tal y
como él conducía hacia la suya, retomarían de nuevo sus vidas como si nada
hubiera ocurrido, como si de repente el reloj volviera a ponerse en
funcionamiento… Sus hijos, los colegios, sus parejas, sus trabajos, sus
vecinos, familiares y amigos, todos tan distantes y ajenos…
Pensó en ese viaje, en sus horas sólo,
conduciendo, en todo aquello que cruzaría su mente, no pudo evitar una mueca
sonriente, estaba segura de que aquel parabrisas en algún segundo reflejaría su
cuerpo desnudo, y en sus ojos cerrados en algún momento él escucharía de nuevo
sus gemidos, estarían de nuevo juntos, hasta la próxima parada de sus relojes…
Carla
22/02/2015
Música:
Alberto Williams: "Poema de la Noche" (parte 2/2). Lía Cimaglia
Espinosa, piano