domingo, 22 de febrero de 2015

Próxima parada







Bajó del coche apresurada, no quería entretenerle ni un momento más, le esperaba un largo viaje y se hacía tarde.

Se quedó con los pies clavados a ese asfalto, a pesar de lo gélido de la temperatura. El coche se alejaba y apenas podía apreciar unos ojos  en el espejo retrovisor interno, desdibujado ya el conductor le pareció ver un leve gesto en que su mano le decía adiós, confuso.  Durante sólo unos segundos debido a su miopía no estaba segura de si en realidad había ocurrido o simplemente lo habría deseado… Pero algo le hacía sospechar que esos ojos se quedaron clavados en el retrovisor interno hasta perderla de vista…

Le había dicho que cogería el autobús de regreso a casa, pero a pesar del frío, no quería entrar en un transporte público abarrotado donde su recuerdo se difuminaría demasiado pronto. Cuando en ese momento, lo que ella ansiaba era que permaneciera un rato más en sus recuerdos, prolongar la sensación de pasado, estirar los minutos que tan sólo acababan de terminar, juntos. Se negaba a adentrarse en su vida sin ese impás imprescindible para respirar hondo y permitirse el recreo antes de volver a su rutina…

Desanduvo el camino que aquel coche había hecho con los dos, esos últimos minutos, y caminó despacio recreando esa pequeña memoria inmediata que aun permanecía en todos y cada uno de sus sentidos. El frío viento aun le traía sus susurros de deseo, casi podía escucharlos como en un antiguo casete una y otra vez, sus palabras en su oído, llamando a su deseo, aquella voz que la estremecía con una rapidez meteórica, encrespando su piel, erizando su vello, la misma que había calentado con su aliento cada centímetro de su cuerpo.

Recreaba mentalmente la suavidad de sus manos recorriendo su espalda, sus hombros, sus labios lentamente como a los dos les gustaba, robando al tiempo su significado en minutos, para traducirlo en calor sobre sus cuerpos. El roce de su vello que le causaba aquel cosquilleo tan agradablemente cálido, haciéndole temblar…

Aunque en algún momento su atención se detenía en algunas tiendas a su paso, no se permitió la distracción, aun no, no quería que nada le distrajese de su ensimismamiento en todo lo que había vivido, su sonrisa cómplice con sus recuerdos le transportaba de nuevo a su presencia, tal y como ella querría que fuera…

Por segundos la razón se iba apoderando de su cerebro, y las luces de la calle, de los escaparates la alejaban poco a poco de lo deseado por sus pensamientos, los ruidos de los coches y el tráfico de esta ciudad a veces no son capaces, a pesar de lo ensordecedor, de sacarla de su ensimismamiento.

Siguió caminando hacia su casa, tal y como él conducía hacia la suya, retomarían de nuevo sus vidas como si nada hubiera ocurrido, como si de repente el reloj volviera a ponerse en funcionamiento… Sus hijos, los colegios, sus parejas, sus trabajos, sus vecinos, familiares y amigos, todos tan distantes y ajenos…


Pensó en ese viaje, en sus horas sólo, conduciendo, en todo aquello que cruzaría su mente, no pudo evitar una mueca sonriente, estaba segura de que aquel parabrisas en algún segundo reflejaría su cuerpo desnudo, y en sus ojos cerrados en algún momento él escucharía de nuevo sus gemidos, estarían de nuevo juntos, hasta la próxima parada de sus relojes…


Carla 
22/02/2015



Música: 
Alberto Williams: "Poema de la Noche" (parte 2/2). Lía Cimaglia Espinosa, piano