No volveremos a ser uno, ni a caminar los senderos del olvido. Nuestras manos cansadas, nuestros ojos reflejados en los del otro. Las caricias buscando fuego, en cualquier parte de esta casa nuestra.
Y nadie te hará el amor como yo, porque no hay piel como mi piel, ni calor, ni frío como el mío. Tuyo fue el fruto de mi vientre, y no sólo dos veces, las que hubieras querido...
Tus manos se enfriaron con los años, follar era sólo un instrumento de vanidad usado sin querer o sólo para mantener el ego en su sitio.
Cuando no hay brillo en la mirada se recurre al poder, aunque ya no se pueda Más por mucho que lo intentes siempre yerras. Nunca haces lo correcto, te equivocas siempre y te mandan callar.
Cuando no defiendes la carne que es tuya, deja de pertenecerte se revuelve contra tí y se cansa de buscar su sitio. Donde no se respeta nada se puede esperar.
Y no te hace más fuerte, te mata el no decir la verdad. El mentir constantemente, ocultar te va alejando, hasta convertir el cariño en costumbre, el amor en odio, y el odio en nada.
No hay vuelta atrás cuando has disparado balas de indiferencia maltratado a quien te ama y perdido tu tiempo con los que se inventan una relación inexistente
Pierdes la noción de la realidad, conviertes en prioridad lo aleatorio, dejando atrás tu vida real.
Más no ven los ojos sanos, ve el alma más con ojos ciegos. Alicia se ha perdido en el espejo persiguiendo al reloj del conejo. Mientras la reina de corazones exige mi cabeza como trofeo.
En un ajedrez gigante nos jugaremos el tiempo, el caballo saltará en ele buscando a su caballero, el rey busca un jaque mate enrocándose en lugar equivocado, demasiado tarde majestad ha perdido a la reina de tanto esperar, se ha marchado sin siquiera mirar hacia atrás.
Ya no le importan los sueños, ni los demás. Sólo mira hacia adelante buscando olvidar lo más rápido posible a quien no la quiere ya.
Y si,
debo darte la razón cuando dices que quizás no he disfrutado de ti, tanto cómo
hubieras deseado.
Siempre me dejo llevar por esa inseguridad
infantil, donde no merezco a quienes me aman, y por tanto ser amada, lo que
dispara una reacción en cadena que
desatan todas mis relaciones. Soy
demasiado egoísta, para hacerme cargo de dos personas a la vez, por eso
desequilibro todo, al ocuparme sólo del yo, y no del nosotros... Y eso no sería
un gran problema si al menos recuperara en algún momento la empatía, mientras
me adentro en mi propio universo… Y pierdo el hilo como casi siempre, y recuerdo tu sonrisa, y tus manos, tus dedos resbalando lentamente
por mi espalda, ensimismada en el
recuerdo de nuestros momentos juntos,…
Sé que igual tú ya te has olvidado de las
ilusiones que se vuelven realidad, y pocos factores me llevan a pensar en que tú
no lo hagas…
¿Recuerdas?, la lluvia caía incesante, jarreaba
en Madrid fuera de ese secano cansino
que normalmente es, era un día diferente…
Y ahora mis ojos se cierran suavemente, me regocijo
pensando en el sueño. He madrugado demasiado esta mañana, y tras el insomnio de
cada noche, mis horas de descanso apenas han llegado a cuatro escasas, cada día
estoy más cansada, tanto que menos me cuesta entrar en esta melancolía de lo
que no volverá.
Aparcar la ilusión es duro siempre, pero aun
mucho más cuando tras ella cierras una puerta, que tienes el firme propósito de no volver a hacer ni
intención de abrir nunca más, donde queda una parte de tu vida que tampoco
puedes continuar, donde te quedas tú,
pero también donde me quedo yo.
Tantas veces hubo posibilidades, pero debías
ser tu, y no otra persona, por las razones que fueren, ya no importa, el caso
es que mi destino encajó en el tuyo unos días, de una manera inesperada, aunque
totalmente alevosa, que nunca debió terminar como lo hizo. No, no me arrepiento
de mi consciencia en ese instante, de tomar decisiones, de elegir libremente
por una vez en mi vida hacer, exactamente lo que quería hacer. Ya hace tiempo
que libraba una batalla conmigo misma, que
quería ganar sin corazas, aunque a la larga pareciera más una pérdida, sé mejor
que nadie lo que he ganado.
Puede que sea en las batallas perdidas, precisamente
donde más se gana. Sólo cómo ejemplo satírico la vida nos da la respuesta, el
porcentaje de perdedores es siempre el mayor, porque es en ese estadío donde
somos más humanos, donde nos ponemos en lugar del otro, que al fin y al cabo es
de lo que se trataba esta mierda de vida, de ser humanos.
“Ahí estabas,
mirándome sonreír,
escuchándome,
pupilas inmensas,
solícito y callado…
Disfrutándonos cada segundo.
Así es como quiero recordarte
deseándome…”
Y no se si finalmente tu, pero al menos yo, he disfrutado más de lo que habría ya no imaginado, sino soñado alguna vez. Ni siquiera en mis historias habría podido crear a alguien semejante a ti...
Inesperadamente
fue un regalo, cuando ni siquiera sabía que podría serlo, en un día tan
especial para ti.
Habría, de
haberlo sabido, intentado imaginar miles de cosas originales que podrían
haberte sorprendido mucho más, incluso haberte dejado atónito, con ese brillo del deseo en los ojos, pero
cada vez, me da la impresión de que te conformas con menos, que casi cualquier
cosa que hubiera hecho habría sido válida, me pides muy poco, para todo lo que
tu me das.
Siempre has
pedido poco, te conformas casi sólo con mis letras, que llenan ese momento de
ego que te hace sentir mejor en tu día a día, sólo eso es suficiente para que
sigas mirándome a los ojos. Abriendo la persiana cada mañana para que entre el
rayo mínimo que te permita descubrir mi cuerpo, un vez más, imaginado, gracias
a la luz que se cuela entre las lamas, mientras duermo. Agotada por la
exigencia de un cuerpo, al que ya me va costando más responder.
Es cierto
que los años nos han cambiado, que nuestros cuerpos no tienen la tersura de
piel ni medianamente exigible, que la fuerza de la gravedad ha hecho ya
estragos en cada centímetro cuadrado, pero también lo es, que hemos ganado en
profundidad al sentir, en conocer exactamente el ritmo y el tempo, en
interpretarnos cual dueto improvisado sobre la partitura que conocemos de
memoria, miles de veces interpretada en nuestra jam particular, siempre
diferente, aunque con los mismos protagonistas.
Y una vez más
ese vacío que genera mi impotencia, cuando
oigo como se cierra la puerta y me quedo a solas en esa cama tan revuelta…
Ya no vamos
tan al unísono, te has ido interesando
por otras cosas que te abstraen de mi lado, que te alejan cada vez más de lo
que fueron momentos nuestros, ya cada vez nos vemos menos, pasas apenas horas
en casa, y tus fines de semana se llenan de actividades deportivas, mientras
los míos tienden más a los culturales. Nos hemos distanciado tanto, que el
único momento de contacto es ya el sexo, al menos en ese aspecto aun hay
respuesta, por ahora.
Aunque es
cuando no estás, lo confieso, cuando mejor me encuentro, acostumbrada ya a tu
ausencia, a tu despego, me busqué a mí misma, hallándome.
En el
silencio de las sábanas donde encuentro mi verdadero yo, ese que busca en su
cuerpo todo cuanto no encuentra, mi fantasía vuela alejándose de esta
habitación, y de tu lado, dejas de existir para tomar otros cuerpos, inexplorados,
nuevos… Perdida entre montones de ellos, todos cadavéricos, olvidados de la
realidad, ausentes de sus vidas.
Finalmente
me busqué en bosques y tempestades, para centrarme definitivamente en la
escritura, donde pude satisfacer veleidad y sosegar mi alma en aguas calmadas.
La prosa me
diluyó en historias que no eran mías, los relatos me alejaban de mi misma,
porque no era capaz de reflejar en ellos todas las sensaciones, apenas
permitían mostrar una mínima parte de esa desazón que me quemaba las entrañas.
Es por eso
que debo agradecer mucho a la poesía, a la que siempre me animaste y siempre
tuve miedo.
Hasta entrar
en ese mundo desconocido donde las
letras se convierten en alma desnuda, y las pasiones y carencias en versos, donde
la inmediatez de los sentimientos expresados consuela las heridas consumadas.
Vehículo consecuente que deja al trasluz sentimientos, donde sólo la sinceridad es válida, ahí donde
no se puede mentir porque todo se muestra.
Sólo
aprendiz de grandes maestros, que como tú,
han convertido el verso en dialogo diario, con la fluidez experta de quien
domina los trucos de la palabra, cual varita mágica para tocar justo donde se debe,
despertando sensaciones, magos de la palabra admirados y sin embargo tan
expertos voceadores capaces de vender mantas en el Caribe.
Esos locos
egregios se nos merecen, a todos los que un día caímos en sus redes, la palabra
siempre nos enamora, y lo sabes.
Pido perdón
por mi prosa, justificada por una sola razón, teóricamente no dominas este
reino, y por tanto terreno neutral lo considero, aunque en mi humilde opinión,
siempre estaré en desventaja, porque creo, que quien domina la palabra, domina
todos los tercios, y esa, no soy yo.