Y si,
debo darte la razón cuando dices que quizás no he disfrutado de ti, tanto cómo
hubieras deseado.
Siempre me dejo llevar por esa inseguridad
infantil, donde no merezco a quienes me aman, y por tanto ser amada, lo que
dispara una reacción en cadena que
desatan todas mis relaciones. Soy
demasiado egoísta, para hacerme cargo de dos personas a la vez, por eso
desequilibro todo, al ocuparme sólo del yo, y no del nosotros... Y eso no sería
un gran problema si al menos recuperara en algún momento la empatía, mientras
me adentro en mi propio universo… Y pierdo el hilo como casi siempre, y recuerdo tu sonrisa, y tus manos, tus dedos resbalando lentamente
por mi espalda, ensimismada en el
recuerdo de nuestros momentos juntos,…
Sé que igual tú ya te has olvidado de las
ilusiones que se vuelven realidad, y pocos factores me llevan a pensar en que tú
no lo hagas…
¿Recuerdas?, la lluvia caía incesante, jarreaba
en Madrid fuera de ese secano cansino
que normalmente es, era un día diferente…
Y ahora mis ojos se cierran suavemente, me regocijo
pensando en el sueño. He madrugado demasiado esta mañana, y tras el insomnio de
cada noche, mis horas de descanso apenas han llegado a cuatro escasas, cada día
estoy más cansada, tanto que menos me cuesta entrar en esta melancolía de lo
que no volverá.
Aparcar la ilusión es duro siempre, pero aun
mucho más cuando tras ella cierras una puerta, que tienes el firme propósito de no volver a hacer ni
intención de abrir nunca más, donde queda una parte de tu vida que tampoco
puedes continuar, donde te quedas tú,
pero también donde me quedo yo.
Tantas veces hubo posibilidades, pero debías
ser tu, y no otra persona, por las razones que fueren, ya no importa, el caso
es que mi destino encajó en el tuyo unos días, de una manera inesperada, aunque
totalmente alevosa, que nunca debió terminar como lo hizo. No, no me arrepiento
de mi consciencia en ese instante, de tomar decisiones, de elegir libremente
por una vez en mi vida hacer, exactamente lo que quería hacer. Ya hace tiempo
que libraba una batalla conmigo misma, que
quería ganar sin corazas, aunque a la larga pareciera más una pérdida, sé mejor
que nadie lo que he ganado.
Puede que sea en las batallas perdidas, precisamente
donde más se gana. Sólo cómo ejemplo satírico la vida nos da la respuesta, el
porcentaje de perdedores es siempre el mayor, porque es en ese estadío donde
somos más humanos, donde nos ponemos en lugar del otro, que al fin y al cabo es
de lo que se trataba esta mierda de vida, de ser humanos.
“Ahí estabas,
mirándome sonreír,
escuchándome,
pupilas inmensas,
solícito y callado…
Disfrutándonos cada segundo.
Así es como quiero recordarte
deseándome…”
Y no se si finalmente tu, pero al menos yo, he disfrutado más de lo que habría ya no imaginado, sino soñado alguna vez. Ni siquiera en mis historias habría podido crear a alguien semejante a ti...
Si, disfrutar era eso, aunque tu no lo creas.
Carla 16/10/15
a las 19:44