Hoy como cualquier
otro día, desde que no estas, me costó levantarme,
hacía frío y me quedé ahí, muy quieta, tapada hasta las orejas, de no ser por
el leve movimiento que destapó mi hombro al levantar el brazo para coger el
móvil de la mesilla de noche.
Nada tuyo, como
todos los días, ya no hay palabras, ni suena la música, ni se remueve libido
con las fotos.
No hay café, ni
ganas de levantarme a hacerlo. Me mantengo ahí leyendo las diferentes redes
sociales largo rato, se está bien en la cama, la sensación de calor me incita
de nuevo al sueño, pero me resisto, me ayudo leyendo los tres o cuatro mensajes
que a diario me desean buenos días en privado, con sus fotos y la amabilidad de
costumbre consiguen que esboce una mínima sonrisa…
Era diferente
cuando eran tus mensajes. Recuerdo la ilusión con que los recibía, no faltaron
nunca, ni una sola mañana, no importaba cómo te sintieras, ni aun en los peores
momentos me faltaron. Entonces yo era
esa prioridad. Por un pequeño espacio de tiempo en tu vida fui lo más
importante cada día. Esa ilusión que iluminaba tus ojos al despertar, esos
momentos robados antes de que toda tu familia pululara por la casa, ya habías
estado conmigo, aunque fuera unos segundos ocupándote de que mi despertar fuera
especial, de que la luz que entrara en mi cuarto no necesitara de abrir la
ventana.
¿Y tú me
preguntas porqué te echo tanto de menos?
Asumo que soy
especial, como cada uno de nosotros lo somos, pero ya no me vuelan esas “mariposas”
en el estómago haciéndome sentir la mas bella entre las bellas, la mujer más
deseada, ese placer prohibido que llenaba tus momentos imaginados. Tu ilusión y
la mía se habían encontrado en ese espacio infinito en que nos perdíamos cada
segundo, cada hora, todo el día, y toda
la noche.
Cuando todos
dormían, nuestras letras se acariciaban, mimándonos con regalos, ínfimos
detalles tan importantes para los dos. Nuestras músicas dialogaban en un idilio
de notas, de miradas, de temblores ruborizando las madrugadas.
Música, imágenes,
sensaciones, sonrisas…
¿Y tú dices que no te he perdido?
Y seguramente
tienes razón, porque ya no nos hace
falta escribir para comunicarnos, hemos pasado a otro nivel. Ya no tenemos que
hablar para escucharnos… Ni tenemos que querer estar juntos, porque lo estamos,
aunque no hablemos adivinamos las palabras… Añorándonos nos vivimos más que
nunca, cercanos, y sonreímos a la vida por habernos dejado ese espacio en el que siempre nos
encontraremos, por mucho tiempo que pase, aun sin pretenderlo, estamos más
presentes cuando no estamos.
¿Y tú dijiste que
yo había ganado?
Aun perdiéndonos
los dos ganamos, reconoce al menos, que en algo me he adelantado… Al menos yo
puedo contarlo, aunque se me atragante esa lágrima, que no quiero llorar hacia
afuera, quiero que ese llanto sea mío, como tú lo fuiste, un día,hace mucho tiempo.
(Aunque podrían ser unos cuantos los nombres a citar en este encabezamiento, usaré el tuyo como referente por ser el primero en echarme de menos)
Llevo muchos meses arrastrando inconstancia, falta de ganas, o como quieras llamarlo, a veces tanto que es para mí un verdadero esfuerzo sentarme a escribir unos tweets, tanto, que la mayor parte de las veces demoro la hora de hacerlo hasta el último minuto del día, o de la madrugada, como últimamente me está ocurriendo a menudo. Y cada vez se va alargando más esta hora, hasta el punto de dejar mis horas de sueño realmente reducidas al mínimo. Esto provoca obviamente un retraso a la hora de despertarme que cada vez se acerca más al medio día, mis ritmo biológico está variando de tal manera que no puedo seguir permitiéndome ciertos lujos, y como diría mi querido Jerónimo, debo abandonar por motivos de salud durante un tiempo este escenario público.
Ello no comprende a este lugar privado donde a veces nos encontramos unos cuantos, muchos menos de los que me gustaría, pero aquellos que realmente se preocupan por mis escritos son ahora mi única prioridad, y espero que al menos mis fuerzas para seguir comunicándonos a través de esta vía no desfallezcan, porque ésta era mi preocupación más acuciante. El tedio a la hora de escribir se había extendido hasta este lugar, y eso no puedo consentirlo, porque mi blog es "el diario de mi niñez" en la etapa actual, ese donde puedo volcar todo lo que me afecta, me preocupa, sueño o imagino. Como todos sabéis mi válvula de escape, ese mi último reducto para sentir y donde me gustaría notaros cerca, muy cerca.
Algunos me invitaron escribir con ellos y lamentablemente no funcionó, otros me invitaron a participar en sus blogs, pero soy demasiado vaga para abrir otras cuentas (qué complicado es wordpress por dió!), Lo que agradezco a todos de todo corazón. Pero no...
Me siento a gusto, en este pequeño lugar, donde sólo me leen unos cuantos locos como yo, en petit comité es como me siento mejor, sabiendo que casi susurro mis historias al oído de cada uno / una de vosotros, Si es que aún me seguís por aquí ...
Seguiré escribiendo hasta que no tenga fuerzas para seguir haciéndolo y espero que alguien me lea, porque sino de poco servirán, aunque lo haría incluso por escribirme a mi misma.
Sé que Antonio me echará de menos, pero me tiene aquí, y todos podéis seguirme en Google+ de donde por ahora no pienso desaparecer.
No sé si alguna vez volveré a @twitter mucho tiene que cambiar todo por ahí para recuperar las ganas de hablar en ese foro ...
Lamentablemente, y sé que muchos sonreirán (de esos que no me leen, pero están al cabo de la calle de todo cuanto digo) he perdido demasiadas cosas que me ataban a estar ahí, tantas que cada tweet me costaba un pedacito de corazón, sangrando , el desafío no es divertido.
Sois demasiados los que me habéis dejado, la mayor parte de aquellos a los que disfrutaba leyendo, demasiados con los que ni siquiera crucé una palabra. Algunos, sin duda con una razón porque si tuvieron esa palabra conmigo, pero la gran mayoría tan sólo me conocieron de oídas por gente que manipula todo aquello que toca, y eso acaba por doler demasiado ... No voy a hablar de las historias que sobre mi se inventaron, ni de las que ocurrieron de verdad, al menos todavía ...
Al menos aquí aun habrá un lugar en el que mis historias sean reales aunque sólo en mi imaginación y en la de los que me leen.
Gracias, hoy más que nunca por estar ahí, c uento con vosotros,
Cierro
las tapas de mi libro, de todos modos no consigo comprender lo que estoy
leyendo, y no por su complejidad, sino por mi incapacidad de concentración…
Últimamente me pasa a menudo, desde que ella falleció hay temporadas en que la
cabeza simplemente no está conmigo, parece que se hubiera ido con ella, se
pierde en sus propios infiernos y divagaciones sin que yo pueda hacer nada por
impedirlo. La fuerza que la aleja de mi consciencia es muchísimo más fuerte,
tanto que a veces, ni siquiera la siento, no está… Y se producen esas lagunas,
que se pueden convertir en horas, porque campan a su libre albedrío entre los
lugares en los que si querrían estar… Puedo estar pensando en varias cosas a la
vez sin ser para nada consciente de la rapidez con la que mis pensamientos la
invaden, resuelven y se alejan nuevamente.
Sentarse
y ver las letras pasar inconexas, sin formar palabras, se suceden como en un
tiovivo, lentas, se enfocan y desenfocan libremente, me pierdo en los espacios
en blanco, entre los interlineados pasa media vida, y sin embargo al pasar la
página, tengo que volver a la página anterior una vez más, incapaz de la asimilación de lo leído.
Vuelvo a hacer el enorme ejercicio de fijar mis ojos en las primeras
palabras, pero mi mente vuelve a divagar sin rumbo mientras mis ojos recorren
las líneas sin descifrar el significado de lo que transcurre ante ellos, releer
la página veinte veces sigue sin ayudarme a comprender lo que leo, nada queda
retenido en mi memoria, todo desparece en el vacío, seguramente mi inconsciente
conoce mucho mejor el libro que yo, seguro que lo recrea en mis sueños…
Definitivamente no pueden quedar en blanco tantas horas de lectura, a algún
lugar habrán ido a parar los párrafos.
Carla
26/10/2015
a la 1:45
Música: Mahler : Symphonie 4 : Poco Adagio - BPO /Karajan* Imagen: Óleo de Martín Llamedo
Y si,
debo darte la razón cuando dices que quizás no he disfrutado de ti, tanto cómo
hubieras deseado.
Siempre me dejo llevar por esa inseguridad
infantil, donde no merezco a quienes me aman, y por tanto ser amada, lo que
dispara una reacción en cadena que
desatan todas mis relaciones. Soy
demasiado egoísta, para hacerme cargo de dos personas a la vez, por eso
desequilibro todo, al ocuparme sólo del yo, y no del nosotros... Y eso no sería
un gran problema si al menos recuperara en algún momento la empatía, mientras
me adentro en mi propio universo… Y pierdo el hilo como casi siempre, y recuerdo tu sonrisa, y tus manos, tus dedos resbalando lentamente
por mi espalda, ensimismada en el
recuerdo de nuestros momentos juntos,…
Sé que igual tú ya te has olvidado de las
ilusiones que se vuelven realidad, y pocos factores me llevan a pensar en que tú
no lo hagas…
¿Recuerdas?, la lluvia caía incesante, jarreaba
en Madrid fuera de ese secano cansino
que normalmente es, era un día diferente…
Y ahora mis ojos se cierran suavemente, me regocijo
pensando en el sueño. He madrugado demasiado esta mañana, y tras el insomnio de
cada noche, mis horas de descanso apenas han llegado a cuatro escasas, cada día
estoy más cansada, tanto que menos me cuesta entrar en esta melancolía de lo
que no volverá.
Aparcar la ilusión es duro siempre, pero aun
mucho más cuando tras ella cierras una puerta, que tienes el firme propósito de no volver a hacer ni
intención de abrir nunca más, donde queda una parte de tu vida que tampoco
puedes continuar, donde te quedas tú,
pero también donde me quedo yo.
Tantas veces hubo posibilidades, pero debías
ser tu, y no otra persona, por las razones que fueren, ya no importa, el caso
es que mi destino encajó en el tuyo unos días, de una manera inesperada, aunque
totalmente alevosa, que nunca debió terminar como lo hizo. No, no me arrepiento
de mi consciencia en ese instante, de tomar decisiones, de elegir libremente
por una vez en mi vida hacer, exactamente lo que quería hacer. Ya hace tiempo
que libraba una batalla conmigo misma, que
quería ganar sin corazas, aunque a la larga pareciera más una pérdida, sé mejor
que nadie lo que he ganado.
Puede que sea en las batallas perdidas, precisamente
donde más se gana. Sólo cómo ejemplo satírico la vida nos da la respuesta, el
porcentaje de perdedores es siempre el mayor, porque es en ese estadío donde
somos más humanos, donde nos ponemos en lugar del otro, que al fin y al cabo es
de lo que se trataba esta mierda de vida, de ser humanos.
“Ahí estabas,
mirándome sonreír,
escuchándome,
pupilas inmensas,
solícito y callado…
Disfrutándonos cada segundo.
Así es como quiero recordarte
deseándome…”
Y no se si finalmente tu, pero al menos yo, he disfrutado más de lo que habría ya no imaginado, sino soñado alguna vez. Ni siquiera en mis historias habría podido crear a alguien semejante a ti...