domingo, 5 de abril de 2020

Lejía






Cuando las miradas rehuyen el amparo de la luz
y la oscuridad es refugio del desconsuelo,
da vueltas en el corro de la gallina ciega
anhelando el tatuaje que dibujaban los botones de su camisa
en el hueco de su descorazonado pecho
vacío de abrazos nunca dados

Las horas son perlas que ahogan su garganta
el reloj abandonado en una caja del armario
nunca dió más la sensación de ir muriendo
minuto a minuto, segundo a segundo.
El crono lo marcan sus latidos
desacelerados hasta el infinito
suficientes a duras penas,
para expirar el aliento necesario.

Después de veinte días se ha pesado
increíble mantener el peso,
incluso ha adelgazado,
el ejercicio sustituto a sus caminatas
sorprendentemente está funcionando.

Sus brazos cansados abrazan la fregona,
limpia incansable para mantener todo intacto.
Que no se cuele ni un átomo
de ese miserable asesino
y pueda infectar a los suyos.
Expuestos en trabajos "esenciales"
en este "Maldito baile de muertos!"

Banderas a media asta
contemplan el paso de nadie.
Nadie se une a este homenaje de las ciudades,
nadie físicamente. Todos de corazón,
bueno todos no, que algunos aún
creen que esto es una fiesta particular
que les hemos facilitado
con nuestro confinamiento voluntario.

La sonrisa se hace hoy vital,
es la fórmula para continuar luchando
y tenemos sólo unos minutos para contagiarnos
a las ocho, como cada día, hemos quedado.

En este madrid antiurbano,
donde nadie se conoce aún viviendo
en la puerta de al lado,
hemos puesto caras, y poco a poco nombres
a los balcones que miramos.
Nos saludamos todos,
y hasta hablamos,
de balcón a balcón
se han creado amistades que
nos insuflan ánimo.

Dicen que nos queda mucho por seguir confinados,
hoy ya hasta nos da igual,
guerreros solitarios,
en balcones separados,
que se miran a los ojos,
que sonríen en su llanto.

Ánimo mis vecinos!,
valientes obedientes,
os veo muy guapos,
no me faltéis que paso lista,
como cada día uniremos nuestras manos.

Va por ellos, por nosotros,
por todos los que luchamos.
Por el que no podré volver a ver,
jamás.

@carlaestasola

El día después del fallecimiento de Luis Eduardo Aute, ese gran poeta contemporáneo al que algún día me habría gustado parecerme, salvando las distancias, el en grande, yo en cobarde.