Se te han muerto las manos de no usarlas, por no abrazarme, de no engancharte a mi cintura. Nunca sabrá que sus brazos eran oxígeno y viento para mis alas. Parada de un autobús de línea circular que no para… Entre sus dedos, era arena de playa, creando esculturas sobre el agua. Entre sus raíces y alimentando su savia fuimos verdes, naranjas, rojos, amarillos, malvas, para acabar en el cobre sin brillo de los años, justo antes de perecer en el alcorque del olvido, donde caí desplomada, consciente del llanto de una niña, que inconsolable lloraba en la mesa de al lado… El viento sigue meciendo las hojas de los castaños, que desde esta cafetería del hospital, me han permitido contemplarlos. Mientras tú, en un quirófano, perdido sin del cordón umbilical a tu móvil, tu eterno compañero, que ahora te espera en mi bolso. Duermes… Pasan horas, muchas horas, vuelvo a esta cafetería de nuevo. Sólo deseo que salgas pronto, y que volvamos a casa, donde nos esperan dos niñas mujeres y un gato. Deseo, que te recuperes rápido y aunque ya no me abraces, puedas al menos seguir con tu vida, como antes, como siempre, como nunca… Yo seguiré esperando. Tomaré un café muy caro, un té, otro café, mientras tanto… Le pondré nombre a los gatos que habitan en el jardín, tras el aparcamiento. Uno a uno… Mientras tú duermes, he aprovechado un rato más, para componer esta nana. 1, 2, 3 horas, cuatro, cinco, seis, siete vidas cada gato. Ocho, nueve, diez por fin me han llamado. Once y doce, a casa nos vamos! @carlaestasola
Música: Beethoven - Moonlight Sonata | Piano & Orchestra