domingo, 22 de noviembre de 2020

Admiración

 






Yo nunca lo haré porque soy cobarde

pero me gustaría decirte alguna vez, para que así lo supieras

lo hermoso que escribes,

llenando todos mis huecos,

haces que me precipite hacia el lápiz

Rauda…

 

Perdida como un rosal de invierno

sabiendo que no, no es amor,

no te confundas,

es respeto con un poco de rabia,

envidia insana por no haberlo escrito yo.

De no haber vivido un tiempo

para dedicarnos,  respondernos de algún modo.

 

Y no, no soy yo quien escribe ahora tampoco,

es mi admiración inmensa

el regalo que inaudito nace

voz de soledad inquieta.

La respuesta es inspiración, sin más

provocada, incontenida.

 

En el fondo sé, sabemos

que seremos inspiración eterna,

tu dirás que mutua, y no,

es sólo tuya.

 

Siempre me llegan con retraso tus palabras

ya no estoy en esa ventana tan a menudo como antes.

 

Si supieras cómo alimentas mis letras,

que sueñan con no llegarte

para que no te envanezcas.

 

Fuente de poema en prosa

donde imagino un bosque de hojas de otoño,

refugio cálido y húmedo de dos siluetas

que se fusionan al final de cada verso.

 

No me llames que no iré,

no me mires, que tímida me esconderé de tu mirada.

No me escribas, aunque intuyo que lo harás…

 

Siempre desde lejos,

siempre presentemente ausente.

 

Te leo y mis cansados ojos

de nuevo enfermos

brotan en cascada tras la lluvia

limpiando aún más mi mirada

que siempre será fiel

a tu verbo.

 

Cuantas veces he pensado

tirarme por esa escalera

y no en plan suicida,

sino para agarrar las riendas

de vida, desbocada en las letras.

 

Y decirte, como mi querida Alejandra Pizarnik

“No quisiste reconocerme cuando te dije que lo que hay en mí, eras tú”



Música: 

Schubert, Symphonie Nr 8 h Moll 'Unvollendete'