Nuestros relojes ya no cuentan
minutos
cuentan muertos,
asesinados por una guerra entre
hermanos
que llevan largo tiempo peleados
Los niños, incluso ausentes,
aprenden rápido
a manejar las armas que encuentran
en el suelo.
El odio es un alimento gratuito
donde la comida se pudrió en los
estantes
de supermercados desabastecidos
Los disparos son la música de
fondo,
a oídos que ya no escuchan las
explosiones,
se han negado a oír ese silencio
entre misiles
Narices que se acostumbran
al hedor de los cuerpos inertes,
de la sangre seca vertida en las
aceras.
Las ciudades son pasajes del
terror,
mientras los zombis deambulan
buscando sin mirar
Buscar…
Entre las basuras,
entre las ruinas,
entre muertos.
Buscar,
ojos que no quieren ver.
Memorizamos nombres de nuevas
ciudades,
tan rápido…
pero Bucha quedará para siempre
grabada en nuestras retinas.
La ciudad de los cadáveres
desparramados,
una más para la historia
de las guerras sin sentido.
Sólo una más.
Aquella bicicleta ha sido el juez,
Google el testigo,
de cómo miente un asesino.
@Carlaestasola
Image by: Ronaldo SCHEMIDT de AFP
Música: Robert Schumann: Cellokonzert a-Moll op. 129