Entre todos los abrazos,
elijo el mío
porque no traiciona jamás.
Nunca nada será como antes…
Ese estado de ingravidez en el que
me sumía
el perfume embriagador del
magnolio
como constante llamada.
La posesión más preciada,
su mano sobre mi espalda,
conciliadora
sobre mi barbilla,
solícita
sobre mi cintura,
retadora
sobre mi pecho,
cálida
sobre mi pubis,
siempre deseada...
Ahora sólo los árboles me susurran
sólo los caminos me retan.
Los paisajes son los que me reconcilian
conmigo,
mientras mi cintura serpentea
senderos
el respirar contrae el ritmo o lo
acelera.
El mero hecho de caminar
como sustituto del deseo
Nunca dormido,
latente
siempre a la espera
discreto,
de una simple señal que lo
resucite
lo desentierre,
lo sacuda rítmicamente
hacía el perfume recordado del
después,
de dos cuerpos yacentes
Nunca nada será como antes,
pero diferente sí,
será,
y lo sabes.
@carlaestasola
Musica: A dónde irán los besos / Victor Manuel