Las ausencias son lunares que nos cubren la piel,
su tono de marrón depende de las noches
que hayas perdido echando de menos,
los más oscuros ya casi duelen.
Se que no leerás mis letras,
y aún así las escribo miles de veces,
todas dirigidas a ti,
aunque con miles de nombres
que no me leen...
Más horas de ausencia
que se suman al abismo.
Y tu vivirás feliz
pasaras por tantas relaciones,
después de mi, conmigo, a la vez, simultáneamente...
Que ya ni siguiera recuerdas
que fuimos luna,
y estrellas,
en noches de insomnio.
A ti, que tocarás tu música
llenando el silencio,
mirando al tranquilo mar de tu playa.
Con tus hijos,
esos que fueron un poco míos, también
a ratos.
Esos que te alejan de esta ciudad,
donde desafortunadamente vegeto.
Y camino mirando a los que se abrazan,
me molestan los besos que no son en privado...
¡Qué desagradable despliegue de ostentación innecesario!
Qué manía con hacer ver a los demás
lo que debería ser entre dos.
¡Tanta mala educación!
Y tan molesta!
Y camino aunque ya no tanto,
los años hacen mella,
las ganas hacen pozos,
las penas hacen lunares
y los sueños estrellas.
Cada vez que ellos se
encontraban se olvidaban del mundo que les rodeaba. El de su esposa y sus
hijos, del trabajo, de la constante presión de una vida que le obligaba a estar
muerto en vida. Ella de su marido, de sus hijos, de la absurda soledad después
de haber entregado sus mejores años como esclava para la felicidad de los que
la rodeaban. Ahora su trabajo ya no era estresante y sin embargo era el más
estresante en la teoría de lo absurdo. Hacer para que otros deshagan y volver a
comenzar al día siguiente el mismo trabajo, para finalizar el día de nuevo en
la misma posición en la que había empezado cada mañana.
En ese limbo de horas
quemaban sus cuerpos ungidos en lujuria, la más demencial y absoluta, toda la
imaginada y mucho más, se entregaban sin límites a sus pasiones más bajas. Sus
pieles ardían bajo las llamas del deseo absoluto y se apagaban con los líquidos
que de ellos mismo emanaban, para comenzar de nuevo la escalada desde la
humedad sumida en sus poros, desde la que renacía con mayor virulencia la
desesperación de todo el deseo frustrado. A veces doloridos, sus cuerpos llenos
de marcas, lograban despertar del sueño infernal de sus extremos enzarzados,
unidos por lazos invisibles. Ojos que incendiaban prendiendo una y otra vez una
insofocable llama.
Escondidos en sus refugios
temporales, fueron perseguidos y vigilados, hasta ser cogidos in fraganti un
día y detenidos por la autoridad competente en cuestiones morales. Fueron
conducidos a un lugar apartado de su mundo, donde la conexión con la realidad
se perdió por completo. En aquellas celdas separados por las rejas, se
observaban el uno al otro, sin entender cómo habían podido llegar hasta allí,
ni cual había sido su culpa en una sociedad en la que todo el mundo vivía la
libertad de lo que a cada uno se le antojaba. La doble moral de un “dios” que
precisaba el sacrificio justificador de tanto libertinaje encubierto les había
hecho crear una especie de inquisición, para muy de tarde en tarde culpabilizar
a algún estúpido escogido por azar para pagar por los pecados del resto de la
sociedad, y poder así perpetuar su modo de vida, cumplimentando a quién habían
hecho su “dios” con unos cuantos cautivos que pagarían con sus vidas el pecado
en el que vivían.
Habían perdido la noción del
tiempo en aquellas celdas, esperando un juicio que nunca llegaba, cuando un
tercer inculpado llegó para compartir la celda de él. Era un muchacho muy joven con un cuerpo
escultural, unos músculos brillantes, y un rostro realmente bello. Pudieron
admirar con calma la enorme belleza de su cuerpo ya que llegó completamente
desposeído de su ropa. Se les prohibió hablar entre ellos, así es que lo poco
que pudieron comunicarse fue por señas, indicaciones con las miradas.
Llegaron a empatizar con su
desconocida historia simplemente por cómo se comportaba, era amable con él, y
con ella. Y para sorpresa de ambos su sexo no paraba de sorprendernos
erectándose constantemente. Era maravilloso ver como se masturbaba con esa
naturalidad ante ellos, y disfrutaba plenamente de cada una de sus
masturbaciones. Obsequiaba su vista con todo tipo de caricias sobre su persona.
Lograba excitarles a ambos, era consciente de ello y sonreía picaronamente
mientras se excitaba más aún con el fingido recato. Sus eyaculaciones eran tan fuentes
que disparaban muy arriba esa lefa que provenía de su inmenso y viril prepucio.
Sin duda si no hubiera habido separaciones entre las celdas, aquello habría
terminado en algún momento por convertirse en un trío convulso y pleno de
satisfacciones para todos. Sísife estaba comenzando a perder su recato, ya
comenzaba a acariciar su clítoris cuando él se masturbaba y su amante se
erectaba también. Todo sucedía sin que nada indicara que la proximidad del juicio que estaban esperando se acercara.
Pero así fue, un buen día se
abrió la puerta y aquel carcelero con sus llaves, entró en la celda de ella y
se la llevó, mientras se alejaba por el pasillo el derramó algunas lágrimas.
El carcelero y Sísife
entraron en una sala donde seres deformes reían y bebían algo extraño en copas
de metal, le recordaron alguna escena de películas de la edad media. El
esplendor y las joyas que les adornaban, no evidenciaron la falta de educación con
la que de repente se comportaron. Todos se levantaron para tocarla… Unos
apretaban sus nalgas, otros susurraban a su oído auténticas burradas, uno pellizcó
sus pezones hasta hacerla gritar, y una vez escuchó su grito, lamió uno de sus
pezones expresando de viva voz, cuanto le gustaba.
Tomaron asiento de espaldas
a ella, gritaron, y discutieron largo rato, no podía entenderles, ni escuchaba
de los que estaban hablando, entre los gritos, las risas, la música tan alta…
Cuando se hizo el silencio, todos apoyaron sus manos en el hombro del que le
había chupado el pezón. y desparecieron de la sala. El volvió su asiendo para
quedarse allí muy quieto mientras sus ojos la desnudaban.
El jurado, dijo ha dictado
sentencia, ahora está todo en mis manos.
Ella no podía entender cuál
sería el siguiente paso, pues nada se le había comunicado acerca de la
decisión.
El era enormemente alto, sus
dimensiones eran poco humanas, parecía más un animal que una persona. Su
cintura era muy estrecha pero su cuello y su espalda, brazos y piernas eran
inmensamente musculadas. Tenía el pelo largo, una rojiza barba, encorvadas
cejas, en una de ellas había una cicatriz que la cortaba a la mitad. Recordaba
a los antiguos gladiadores de Roma, o a una estatua. Enrolló el pergamino que
todos habían firmado, que estaba aun sobre la mesa en medio de las copas que
todos habían dejado y se lo entregó para que lo leyera, con un gesto amable,
volvió a sentarse, mientras la observaba.
Leyó atentamente todos los
puntos que contenía aquel pergamino sin salir de su asombro, eran las
condiciones para poder recuperar la libertad, no sólo la suya sino la de su
amante.
Lo que a cambio se le pedía
no era gran cosa, después de todo lo que había vivido últimamente atender a los
deseos de aquel gigante no iba a ser nada que no hubiera hecho antes.
Cuando terminó de leer el
pergamino, le miró fijamente. Y le preguntó cuál era su decisión al respecto.
No había muchas dudas la verdad, o cumplir con lo que allí se pedía como esclava
del gigante o ambos ella y su amante morirían de una forma cruenta y dolorosa a
la moda de la edad media. Parece que se habían quedado anclados en aquella
época.
Bien, le dijo el gigante,
estoy esperando tus palabras
Asintió sin dudarlo, estuvo
de acuerdo con la sentencia.
Ummmm … fue todo lo que oyó
por respuesta… Desnúdate muy despacio querida quiero ver ante mí la belleza que
tu amante ha disfrutado.
Mientras, él la miraba.
Desde ese momento el también
comenzó a desnudarse, allí sentado, tocaba su enorme miembro, que habría
asustado hasta a un caballo, hasta conseguir una erección. Sus propios gemidos
acompasados mientras la observaba con sus enormes ojos y ese brillo rojizo que
hacía que el marrón ardiera. Su lengua que relamió sus labios con avidez,
mientras su saliva caía sobre el pecho peludo sobre el que sobresalían picudos
sus pezones erectos también…
El último recuerdo que tuvo
fue cuando el se levantó de su asiento, y caminando hacia ella con pasos muy
largos se aproximó a su hombro y susurró algo en su oído. Lo que sucedió
después quedó como una zona en blanco de su memoria, no sabía si su propio
subconsciente lo habría borrado, pero el caso es que nada logró recordar de lo
que sucedió.
Milagrosamente olvidado
todo, se encontró de la mano del carcelero encaminándose a la celda de
Hipófanes. Su compañero ya no se encontraba en la celda, estaba solo, la miró
sorprendido, su aparición allí era algo que desde luego no esperaba.
El carcelero abrió la puerta
y el salió, iba a intentar hablar pero el carcelero tapó su boca con esa enorme
mano. Sin palabras les condujo por un laberinto de pasillos abovedados,
semioscuros hasta casi agotarlos tanto cambio de dirección y de caminar tanto.
Al final en una sala que parecía algo más iluminada había una celda custodiada
por dos enormes figuras gigantes, supongo que también carceleros, en el suelo
de la celda, aunque muy de pasada, pues el carcelero que les acompañaba les
llevaba a empujones intentando que acelerasen su paso, vieron a su compañero de
celda. Parecía inerte, no adivinaron si aun estaba vivo, no había un centímetro
de su cuerpo que no tuviera una herida sangrante, aunque no parecían graves, si
eran muy desagradables. Su cabeza era una gran pieza metálica que se asemejaba
a un tótem, tan sólo se vislumbraba a través de una rejilla su boca. Sus
atributos estaban cubiertos con una especie de cinturón de castidad de cuero y
metal parecido a los que se usan para impedir que su miembro se erectara.
Otro empujón del carcelero
les hizo salir de la sala a prisa, llegaron al final de otro pasillo que
parecía iluminado en color rojo, desde el que salía una escalera que ascendía por un tubo desde el que sólo se veía
oscuridad y leves reflejos que llegaban del rojo intenso de la sala. El
carcelero les mandó subir, su amante subió primero para ir abriendo el camino.
El carcelero gritó que subieran rápido que el tiempo apremiaba, que no dejaran
de ascender pasara lo que pasara y veran lo que vieran. Comenzaron a subir
rápidamente hasta que muy pronto
perdieron de vista al carcelero.
En el ascenso tan rápido
como pudieron sólo distinguían que la superficie del suelo era redondeado,
tanto que en algunas zonas resbalaban, pero siguieron ascendiendo, el tubo se
estrechaba cada vez más y más, apenas cabían sus cuerpos, pero no dejaron de
escalar… Estuvieron largo tiempo subiendo, agotados vieron finalmente cómo una leve luz penetraba
desde el fondo del túnel… Con su reflejo
comprobaron aterrorizados, que el suelo de la escalera por la que subían no era
otra cosa que calaveras petrificadas incrustadas en un barro rojizo… Con
angustia alcanzaron aquellos metros finales, cuando la luz se hizo insoportable
salieron a un agujero en el suelo de un césped que había sido destapado, una
pesada reja de hierro reposaba en suelo a uno de los lados. Salieron sin saber dónde se encontraban y sin mirar
atrás, corrieron sin parar hasta que el murmullo de gente les reconfortó,
estaban de vuelta en su mundo, no sabían
en que ciudad, ni en que parque, pero habían sido liberados.
Siempre les carcomió la
incertidumbre de lo que habría pasado con aquel gigante para que les concediera
la liberación, pero nunca logró recordarlo.
Acordaron no volver a encontrarse nunca más, borrarlo todo como si nunca
hubiese pasado.
Ella estaba segura de que
salir de allí había sido un premio lo suficientemente grande como para no
volver a repetirlo.
Desde que salió de allí hizo
un acto de redención y olvidó su pasado. Volvió a su vida sin complicarse más
con historias ajenas, Se convenció de que su vida era lo más importante y que
cualquier cosa que la pusiera en peligro debía ser apartada de inmediato.
A medida que iban pasando el
tiempo sintió cómo la madurez se aceleraba y le había cambiado, la había vuelto
una mujer fuerte ante cualquier situación pero muy débil físicamente desde que
saliera de aquella cueva. Su salud se había resentido.
Lamentablemente sus estados
de somnolencia están convirtiendo su forma de vida en algo mucho más relajado. Ha
acudido a los médicos para que pudieran ayudarle a no dormir tanto, pero
después de mirarle unos cuantos especialistas han decidido que forma parte de
sus propios biorritmos ese cambio, y que debe adaptarse a él con la mayor
naturalidad posible, al fin y al cabo si me sirven para relajarla nada ven que
pueda ser nocivo en dormir un rato, incluso en hacer varias siestas cortas a
diario.
Por eso cada vez que
comienza a sentir ese sopor se ve obligada a
recostarse en el sofá o en la cama para dormir un rato. Tal y como su
organismo pide a gritos, simplemente lo hace.
Lo único que viene a su
mente cada vez que comienza a quedarse
dormida es el brillo rojizo de los ojos de aquel gigante.
Adoraba aquella voz de bobito pasmado, que traslucía el nerviosismo de lo deseado. Entrecortada y feliz, como la de un niño al oír música por primera vez. Elogiando mis notas con cada uno de sus silencios, admirando cada inflexión... Esperando que se produjera ese espacio cada día donde encontrarnos, entre las ondas de un mar de sonrisas gestuales sin sonidos tras el sonido de nuestras voces @carlaestasola
Desde que su mente alcanzaba a recordar, su vida había resultado una sucesión de hechos sin altos ni bajos. Todo era equilibrio medianamente compensado. Cuando ocurría algo bueno, casi inmediatamente le sucedía algo malo y así sucedía ese constante devenir combinado a dos tragos, uno dulce, otro amargo.
Nada de lo acontecido tenía un especial significado, el hastío de lo cotidiano era más de lo mismo a cada paso, se aburría, le faltaban ganas, se acercaba a esa edad de las "invisibles", y eso le preocupaba. ¿Que son las invisibles?, seguramente te estarás preguntando.
Fácil de comprender, aunque casi se sobreentiende. Todo ser humano tiene un período de captación de miradas, charlas, sonrisas más o menos largo, más o menos duradero, más o menos aciago. ¡Dónde se sitúan principio y fin? es francamente impredecible, y de forma personalizada cada individuo lo acepta o siente de una manera determinada, diferente y más o menos traumática.
Para ser alguien que siempre atrajo miradas, elogios sobre su belleza más o menos mesurados, sin embargo, llevaba un largo espacio de tiempo en el que todo eso había ido en declive, tan poco a poco, gradualmente que apenas lo había notado. Eso si, cada vez eran menos las sonrisas, los halagos, esas miradas que sabemos que están ahí, aunque no miramos...
Aquel día algo iba a colapsar su pequeño funcionamiento mecánico. Le cayó como un trueno aquella primera vez.
Alguien más o menos de su edad se levantó en el metro para cederle su asiento: "Por favor señora..." mientras ella perpleja miraba a su alrededor buscando a la "señora" en cuestión, sin caer en la cuenta de se refería a ella, esa mujer.
"¿Señora?" o sea que había pasado de la noche a la mañana a ser señora y ni siquiera se había enterado! ... Cuerno quemado, esto huele a cuerno quemado se dijo para sus adentros. Por supuesto denegó tal deferencia, con la excusa de que se apeaba en la siguiente estación, para no ser maleducada.
Fue esa la señal que hizo saltar todas sus alarmas... "Señora"...Ufffff! Argggg! que mal suena eso! no me gusta nada...
@carlaestasola
En Madid, un mes después vuelvo a escribir...
P.D:: Mis disculpas a todos los que siguen este blog, por el largo período de letargo pero a veces la vida no da treguas, y hay que tomarla como viene. Espero no defraudar y poder seguir escribiendo más a menudo, es después de adelgazar mi segunda promesa para este nuevo año.
Mis disculpas por hacer esta misiva visible a los ojos
de otros muchos, pero es que no me veo capaz de andar respondiendo uno por uno a los dos o
tres a quienes debería, Espero que me perdones por ello.
Por favor no te preocupes por mí. Ya me conoces bien,
sabes que preciso este oxígeno puro de vez en cuando, desintoxicarme de toda
esa mentira de la que encuentra en las redes. La vida es lo que me importa más,
por eso algunas veces pego un puñetazo sobre la mesa, me rebelo. Y vuelvo a
pensar que no tiene sentido. Me dura poco, la hiel tiene que buscar una vía de
salida y afortunada o desafortunadamente todos saben que habrá una
vuelta.
Yo tan sólo aspiro el aire que me aleje un poco más
cada vez, quizás un día sea para siempre, aunque nunca se cuando tendré la
valentía suficiente como para ingerir mi propia hiel sin herir a los que me
quieren, de una forma más liviana, sin explotar de repente. Poco probable, lo
sé, pero aun aspiro a mejorar algún día... A seguir aprendiendo a ser persona
de esas que dejan huella aunque sólo sea con los de cerca, todo un triunfo
seria sólo eso. Lo sabemos, nadie es profeta en su tierra.
Muchas veces me han aconsejado no descarnarme en
directo, que si se ríen, que si se alegran tus enemigos, que si no debes… Pero
ya sabes, dame un consejo y haré lo posible por no obedecerlo, hasta tal punto
llega mi convicción de que siempre debe uno equivocarse por sí mismo, y que los
demás, harían muy bien en arreglar sus vidas primero, antes de fijarse en la de
el de al lado. La vida nos llama, pero no la escuchamos, nos pilla demasiado
ocupados viendo las pajas ajenas… Uiss se me fue, quería decir las pajas en los
ojos ajenos, naturalmente. Jeje!
No está bien que os recuerden que nadie es perfecto,
yo tampoco, yo menos.
Las mil veces te abrazo, te recuerdo que irme no es ni
mucho menos olvidarte, olvidaros, que os añoro mucho más de lo que podríais
llegar a imaginar, a comprender. Pero mi irreverencia y rebeldía se ponen de
pie con ciertas traiciones que nunca llegaré a entender.
Porqués algunos escuchan a quienes no saben de qué
van, y les dan el valor que nunca dieron a quienes tuvieron a una palabra de
distancia. Cada día es más pesada la carga, cada día más los detractores sin
conocimiento y con la razón nublada por la mentira.
Intento no odiarles por ello, y ese es el más duro de
los aprendizajes, no malquerer a los que te hieren, duro en especial para
alguien que nunca creyó en las hegemonías ni deidades de ningún sector. Difícil
para quien no soporta la incongruencia. Muy difícil para quien no sabe vivir
sin dialogo, y abriéndose en canal aun en los peores momentos.
Eso que muchos cubren de hipocresía, esa misma que me
hace salir de sus círculos.
Presumir de lo que no se es, la bandera de la
comprensión es la peor de las mentiras de este mundillo. Las otras son
pecadillos veniales en comparación con semejante tortura.
Estoy aquí, sabes que puedes contar conmigo, hablar
cuando lo precises, pocos tienen esa condición, pero tu cuentas con ella por
encima de lo racional. Porque tú eres una de esas almas que siempre dicen y
actúan a corazón abierto. Doy gracias a la vida por tenerte cerca siempre.
Gracias por ser sin reserva alguna tú, conmigo.
Gracias por dejarme ser, yo, contigo.
Perdón por los besos quizás no supe atraer tu pasión con esa ingenuidad y el temblor de unos labios que se sorprenden, después de tanto tiempo, de nuevo deseados.
Perdón por los abrazos por no saber transmitir todo el calor que ardía en un cuerpo inerte, desacostumbrado a la ternura de unos brazos.
Perdón por las caricias de unas manos tan pequeñas que apenas cubrieron unos centímetros de piel sin nunca abarcar tanto como quisieron, cuando caminaban tu cuerpo harto de tantas diferentes. Hastiado de prolíficas formas arañadas por un catálogo completo de uñas de mil colores
Perdón por los poemas, que promovió tu cuerpo sobre el mío, debajo, encima, en paralelo, en perpendicular, en tantas posturas como definía el antiguo tratado.
Perdón por los arañazos que en los instantes álgidos se clavaron en tu espalda dejando un rastro rojo a su paso
Perdón por los poemas que bailaron la danza del apareamiento, junto a las mariposas de mi estómago, muy pegados
Perdón por la saliva, que regó tus poros torpemente, mientras florecían caricias nuevas.
Perdón por el recuerdo que aun se me escapa, cuando suspiro y me encuentra concentrada en el tacto de unas manos que ya son parte de mi cerebro
No presumas que no, que ya no eres tu, es ese que creó mi recuerdo, con esa mezcla entre hechos reales y soñados.
Que no, que ya no eres tu, que ya es sólo el brote de un poema de vez en cuando.
Carla @carlaestasola
En Madrid a 18/06/16 a las 22:49
Poema basado en el tema de Andrés Suárez: “Perdón por los bailes” …Y si te quieres venir tráete una copa de vino!