Lenguas
desconocidas que me cuentan mi historia,
exactamente
lo mismo pero es otra persona,
no soy
yo.
Agazapada
en las sombras
busco
refugio,
la garganta
se ahoga.
Puede
que no haya lágrimas,
pero la
decepción es honda.
Hablan
de ti y de mí,
pero no
soy yo.
Y sin
embargo es casi la misma historia,
Parecidas
frases, poesía que eclosiona…
Y el ríe,
mientras
ellas lloran
O
ellas ríen,
mientras
el llora.
No
hubo cadáveres.
Invisibles
son las heridas de esta guerra,
aunque
dejen cicatrices imperecederas,
de
esas que no caducan,
enquistándose
hasta la médula,
y
poniendo finalmente freno
a almas inquietas,
que
buscaban al refugio de las letras,
el
calor de un hogar, la leña con la que prenden
rutinas
insatisfechas, aburrimientos longevos,
tedio
de sensaciones mudas en pieles inertes
hacía
tanto tiempo.
Y van
llegando nuevas versiones
Del
mismo cuento.
Hasta
que hilas, y te abofetea la consciencia...
No
éramos alternas,
sino
simultáneas.
Y justo en ese instante la casualidad
se
torna alevosía,
se
vuelve traición.
Y desnuda
como has estado,
ciega,
envenenada…
Se te
pega en la piel la deslealtad
como
el calor de esa ciudad costera,
que
por mucho que te duches no desaparece.
Y aunque te acostumbres a vivir con ella,
ha
dejado ya cuerpo y alma surcado de secuelas.
Inalterables,
insufribles, indomables
Interminablemente
eternas.
Mientras
tu conciencia se reafirma a duras penas,
dando explicaciones inverosímiles
a la
efímera belleza
de un
pasado que dejó
a la
vez, sonrisa y ofensa.
De entre todas las lágrimas,
un llanto seco esboza una sonrisa,
era cierta la sospecha.
Carla
día 13/02/2016 a las 2:29
Me ha dejado la flor de piel, maravilloso.
ResponderEliminarCarles Flores
Gracias Carles, para eso está hecha la poesía para acariciar o sacudir almas, hacer florecer sentimientos o dolor. Un besp
EliminarEnhorabuena .....
EliminarQue la ofensa nunca nuble tu sonrisa amiga mía, qué mejor ejército contra la deslealtad, que tus palabras hechas verdad y poesía ante la que a pesar del dolor, la Belleza se inclina ante ti, para nombrarte su Musa cada día
ResponderEliminarTodo y nada, he llegado a una tesitura en la que nada ya me ofende, a no ser que el ofensor sea la persona que pueda hacerlo, y hay tan pocos, que no me preocupo. No se puede mentir en poesía, por eso me gusta tanto, lo que lees, es lo que hay, sin más. Desnudando el alma, me encuentro. Un besazo
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