Cuando después de mil versos
te das cuenta de que nunca
escribiste nada
te nutriste de mil pasajes,
de miles de letras de canciones
cuyos pequeños extractos
quedaron prendidos a ti, para no
ser olvidados.
De miles de relatos recopilados
en estanterías desde tu infancia,
frases, palabras, silogismos
mágicos
que permanecieron en los cajones.
De miles de poemas de escritores
ilustres
y no tanto, que por algún motivo
te hicieron despegar,
viajando por encima de los árboles.
Viejos, nuevos, desconocidos…
De miles de sinfonías,
adagios en papel pautado.
De tonadillas,
músicas presentes,
pasadas, contemporáneas,
olvidadas.
Colándose en jams improvisadas,
entre las letras.
Y es entonces cuando tu vanidad
explota en mil pedazos,
y te convierte en villana,
en ladrona de almas
siendo consciente
de que tú,
finalmente,
nunca escribiste nada.
¡Fueron ellos,
tus fantasmas!
Gracias a todos ellos,
por obligarme a desnudarme de
orgullo,
y asumir que sin ellos
nunca habría sido capaz
de escribir ni una sola palabra.
@carlaestasola
Música: Brahms Symphony No. 1