Inesperadamente
fue un regalo, cuando ni siquiera sabía que podría serlo, en un día tan
especial para ti.
Habría, de
haberlo sabido, intentado imaginar miles de cosas originales que podrían
haberte sorprendido mucho más, incluso haberte dejado atónito, con ese brillo del deseo en los ojos, pero
cada vez, me da la impresión de que te conformas con menos, que casi cualquier
cosa que hubiera hecho habría sido válida, me pides muy poco, para todo lo que
tu me das.
Siempre has
pedido poco, te conformas casi sólo con mis letras, que llenan ese momento de
ego que te hace sentir mejor en tu día a día, sólo eso es suficiente para que
sigas mirándome a los ojos. Abriendo la persiana cada mañana para que entre el
rayo mínimo que te permita descubrir mi cuerpo, un vez más, imaginado, gracias
a la luz que se cuela entre las lamas, mientras duermo. Agotada por la
exigencia de un cuerpo, al que ya me va costando más responder.
Es cierto
que los años nos han cambiado, que nuestros cuerpos no tienen la tersura de
piel ni medianamente exigible, que la fuerza de la gravedad ha hecho ya
estragos en cada centímetro cuadrado, pero también lo es, que hemos ganado en
profundidad al sentir, en conocer exactamente el ritmo y el tempo, en
interpretarnos cual dueto improvisado sobre la partitura que conocemos de
memoria, miles de veces interpretada en nuestra jam particular, siempre
diferente, aunque con los mismos protagonistas.
Y una vez más
ese vacío que genera mi impotencia, cuando
oigo como se cierra la puerta y me quedo a solas en esa cama tan revuelta…
Ya no vamos
tan al unísono, te has ido interesando
por otras cosas que te abstraen de mi lado, que te alejan cada vez más de lo
que fueron momentos nuestros, ya cada vez nos vemos menos, pasas apenas horas
en casa, y tus fines de semana se llenan de actividades deportivas, mientras
los míos tienden más a los culturales. Nos hemos distanciado tanto, que el
único momento de contacto es ya el sexo, al menos en ese aspecto aun hay
respuesta, por ahora.
Aunque es
cuando no estás, lo confieso, cuando mejor me encuentro, acostumbrada ya a tu
ausencia, a tu despego, me busqué a mí misma, hallándome.
En el
silencio de las sábanas donde encuentro mi verdadero yo, ese que busca en su
cuerpo todo cuanto no encuentra, mi fantasía vuela alejándose de esta
habitación, y de tu lado, dejas de existir para tomar otros cuerpos, inexplorados,
nuevos… Perdida entre montones de ellos, todos cadavéricos, olvidados de la
realidad, ausentes de sus vidas.
Finalmente
me busqué en bosques y tempestades, para centrarme definitivamente en la
escritura, donde pude satisfacer veleidad y sosegar mi alma en aguas calmadas.
La prosa me
diluyó en historias que no eran mías, los relatos me alejaban de mi misma,
porque no era capaz de reflejar en ellos todas las sensaciones, apenas
permitían mostrar una mínima parte de esa desazón que me quemaba las entrañas.
Es por eso
que debo agradecer mucho a la poesía, a la que siempre me animaste y siempre
tuve miedo.
Hasta entrar
en ese mundo desconocido donde las
letras se convierten en alma desnuda, y las pasiones y carencias en versos, donde
la inmediatez de los sentimientos expresados consuela las heridas consumadas.
Vehículo consecuente que deja al trasluz sentimientos, donde sólo la sinceridad es válida, ahí donde
no se puede mentir porque todo se muestra.
Sólo
aprendiz de grandes maestros, que como tú,
han convertido el verso en dialogo diario, con la fluidez experta de quien
domina los trucos de la palabra, cual varita mágica para tocar justo donde se debe,
despertando sensaciones, magos de la palabra admirados y sin embargo tan
expertos voceadores capaces de vender mantas en el Caribe.
Esos locos
egregios se nos merecen, a todos los que un día caímos en sus redes, la palabra
siempre nos enamora, y lo sabes.
Pido perdón
por mi prosa, justificada por una sola razón, teóricamente no dominas este
reino, y por tanto terreno neutral lo considero, aunque en mi humilde opinión,
siempre estaré en desventaja, porque creo, que quien domina la palabra, domina
todos los tercios, y esa, no soy yo.
A los poetas
y al amanecer entre lamas
Carla
22/06/15