sábado, 3 de abril de 2021

Mujer café o malditos guardianes

 


No te culpo mamá
por ser censora
por intentar castrarme
como a ti te hicieron antes

Discutimos tantas veces.
Tantas otras se impuso
el guardián a mis desmanes.
Alguna vez hasta deseé lo peor
¡Dios me perdone! -Si es que existe Dios-

No sé si debo o no dar las gracias a los censores,
aquellos que durante toda una vida me castraron,
porque precisamente gracias a ellos,
la palabra me ha hecho libre,
tarde, eso sí,
pero aún me queda vida
y donde hay aliento, habrá poesía

Cuantas veces me dijo, no hagas esto,
aquello no lo hagas,
y yo, lo hice

Pequeña era la ventana del cuarto de baño,
donde además de aprender a fumar a escondidas,
miraba a los chicos del barrio
dar patadas a un balón,
en pantalones cortos,
y me sentía mayor

Siempre tuve un guardián,
que cuidara de mi honor.
Un hermano pequeño
que obedecía al rigor
de la moralina de antaño.
Después algún compañero
de viajes extraviados,
que sin éxito quiso dominar mi descaro.

Luego un novio,
un marido,
un amante,
un ignorante que pasaba por la calle,
pero todos
siempre igual,

haciendo prevalecer su criterio,
sin más,
sin discusión posible.

Para todos fui siempre la loca,
esa que se negaba por norma,
para sobrevivir
en este mundo de hombres.

¡Qué vergüenza he sentido
siempre de los guardianes,
y qué asco!

Hay cafés que saben a engaño,
otros saben a mal grano,
grano barato.
Hasta que un día descubres el CAFÉ,
ese que se guarda estanco
para que nunca pierda el aroma
con que fue cultivado.
Y entonces lo esnifas,
antes de tomarlo.

Y así, como el café,
cada mujer,
madurando en solitario.
Poco sol en las laderas
temperatura, humedad y altitud,
euforia tropical,
y remansos de paz intercalados.

Solas, cada cual.

Hoy me dio por recordar,
lo hago inconsciente, no creas,
nada programado.
(“It just comes natural”, decía Simplón)
Surge así, sin más,
sin pensarlo.

Cada vez hago más cosas así, sólo que ahora ya no me arrepiento.




Música:
Leonard Cohen - Famous Blue Raincoat (Live in Dublin - edited)


Imagen:
Gyzis Nikolaos [1842-1901]






viernes, 12 de marzo de 2021

Música

 





Qué suerte haberte tenido
con esos dos brazos que me acunaban
renaciéndome cada día


Ni en mi mejor sueño,
podría haberte imaginado
con esa tierna rigidez,
temblando también tú
en mis brazos


Aún siento muy presente
tu deseo intenso,
tus palabras cálidas,
tus piernas entre las mías
entrelazadas


En la oscuridad más nítida
la embriaguez de dos cómplices
bilateralmente inducida.
Acompasada y trémula


Voraz y acelerada,
más siempre decidida
en un consenso invisible.


Músicos sin director de orquesta,
interpretando
la introducción a múltiples sinfonías
sin solistas resaltando
en un compás eterno


Que suerte haberte tenido
aunque hoy
por el que dirán,
tenga que hacer
que no te recuerdo


 
 
Música:
 
Dvořák: 9. Sinfonie (»Aus der Neuen Welt«) ∙ hr-Sinfonieorchester 





domingo, 20 de diciembre de 2020

Ladrona

 



Ladrona

 
Lo he hecho si,
desperdiciar una vida,
me declaro culpable.
 
De haberlo sabido,
de haber nacido en la muerte
y como Benjamín Button vivir hacia atrás.
Habría sido una flagrante ladrona.
 
Habría robado los momentos de risas,
de felicidad, de placer y regocijo.
De ilusión,
de ojos brillantes colmados de lágrimas de alegría.
De sensaciones intensamente placenteras,
de ojos de cerrados intentando guardar el momento.
 
Seguro que ahora, tendría de dónde alimentar
tantas horas perdidas,
aislada, confinada, sola.
 
Ese catálogo ha sido para mí la no poesía,
esa que siempre intento
aunque siempre me gana
la prosa irregular e irreverente
de una ansiedad anciana.
 
Siempre me habría gustado ser la poeta
del Antonio Machado,
maestro de lo natural y la reflexión,
cuyos versos surgían como el agua de su Duero,
amado por él.
Suaves, pero con profundos,
calmos e inteligentes
cultos y aparentemente simples.
 
Ojalá poder emular al Maestro,
más fue único.
 
Esta aprendiz insulsa
tan sólo alcanza una vista corta,
poco más allá de su nariz
y no fluye sino expulsa,
no levita, sino cae en picado,
estrellándose una y otra vez
contra las letras.
 
Ojalá haber sido ladrona,
haber guardado en la alacena
las mejores confituras
para ahora simplemente
deleitarlas,
comedidamente,
a pequeñas cucharadas
para henchir este alma amarga.

 

 

@carlaestasola

Música: Schubert - Sonata para piano D.960 - Richter studio







domingo, 22 de noviembre de 2020

Admiración

 






Yo nunca lo haré porque soy cobarde

pero me gustaría decirte alguna vez, para que así lo supieras

lo hermoso que escribes,

llenando todos mis huecos,

haces que me precipite hacia el lápiz

Rauda…

 

Perdida como un rosal de invierno

sabiendo que no, no es amor,

no te confundas,

es respeto con un poco de rabia,

envidia insana por no haberlo escrito yo.

De no haber vivido un tiempo

para dedicarnos,  respondernos de algún modo.

 

Y no, no soy yo quien escribe ahora tampoco,

es mi admiración inmensa

el regalo que inaudito nace

voz de soledad inquieta.

La respuesta es inspiración, sin más

provocada, incontenida.

 

En el fondo sé, sabemos

que seremos inspiración eterna,

tu dirás que mutua, y no,

es sólo tuya.

 

Siempre me llegan con retraso tus palabras

ya no estoy en esa ventana tan a menudo como antes.

 

Si supieras cómo alimentas mis letras,

que sueñan con no llegarte

para que no te envanezcas.

 

Fuente de poema en prosa

donde imagino un bosque de hojas de otoño,

refugio cálido y húmedo de dos siluetas

que se fusionan al final de cada verso.

 

No me llames que no iré,

no me mires, que tímida me esconderé de tu mirada.

No me escribas, aunque intuyo que lo harás…

 

Siempre desde lejos,

siempre presentemente ausente.

 

Te leo y mis cansados ojos

de nuevo enfermos

brotan en cascada tras la lluvia

limpiando aún más mi mirada

que siempre será fiel

a tu verbo.

 

Cuantas veces he pensado

tirarme por esa escalera

y no en plan suicida,

sino para agarrar las riendas

de vida, desbocada en las letras.

 

Y decirte, como mi querida Alejandra Pizarnik

“No quisiste reconocerme cuando te dije que lo que hay en mí, eras tú”



Música: 

Schubert, Symphonie Nr 8 h Moll 'Unvollendete' 






 


martes, 29 de septiembre de 2020

Bares

 



Cerrando los bares

encadenando horas

charlas y cañas


Ahora que la muerte nos acecha

en cada UCI de Madrid

hospitales atestados


Se nos ocurre suicidarnos

a copas

cerrando los bares




@carlaestasola






lunes, 14 de septiembre de 2020

Acto final

 


Acto final

 

 


Llega a una casa, que ya no es suya.

Se descalza unas deportivas ensangrentadas

Lava sus manos concentrada.

Con jabón. Restregando,

mínimo veinte segundos, mejor treinta.

Enjabona de nuevo,

Repite el ritual a conciencia.

Las seca.


Se sienta en un sofá irreconocible.

Sale de su piel como si se desvistiera de la ropa que no lleva.

Y como una serpiente, la abandona ahí tirada.

La humedad de la piel que no tiene

está surcada por lágrimas.

 

No está, pero está más presente

que cuando aún estaba.

Su castigo es el más infame,

de una crueldad sin límites.

 

Grita callada,

con esa voz que nadie escucha

pide auxilio.

Nadie, nada, sin respuesta.

 

La humillación de lo que no siente,

la ausencia de una caricia,

de una palabra de aliento.

 

No hay peor martirio

que los besos no dados.

 

Su cuerpo es inerte

lo ha conseguido la costumbre

de no ser tocado.

 

Los ojos de los mártires,

te miran siempre fijamente

vayas donde vayas.

 

No hay tortura en vano,

maldice mil veces:

la ignorancia,

la dejadez,

la desidia,

la falta de ganas,

la carencia de empatía,

el desamor.

 

No hay mayor castigo

que la ausencia de sentimiento alguno.

 

Descansa en paz.

Apenas doce meses y ya te ha olvidado

quién nunca te ha querido

 

Se cierra el telón,

No lo soportó,

llevaba demasiado tiempo muerta.


@carlaestasola


Música:  





 

 

 


miércoles, 2 de septiembre de 2020

#Madrid Post Confinamiento

 



En estos momentos me pregunto si alguna vez volveremos a llevar una vida exactamente igual a la que llevábamos justo antes de esta maldita pandemia.

Recorrer Madrid se ha convertido en un paseo de dolor, para poneros un ejemplo que ilustre la sensación que padecemos en esta ciudad, incomprendida por la gran mayoría que no vivís aquí permanentemente, ya que tan sólo pasáis unos días en el mejor de los casos para venir de compras oa pasar un fin de semana cultural, os diré que la sensación que tenemos los que habitamos esta ciudad capital es que nos han roto la rutina, y precisamente allá donde más nos duele.

 Como decía, y perdonad que me vaya un segundo al tema de la falta de solidaridad que muchos han tenido para con los madrileños. Que aquí se acoge a todo el mundo, pero especialmente a los enfermos, porque aquí la concentración de hospitales permite hacer ciertas pruebas lo más rápido posible a los que son de otras provincias. Cuantos han sido operados o trasladados a Madrid y los madrileños nunca nos hemos puesto en pie de guerra, sino que acogemos sin más a todo el que viene.

Nadie que venga de fuera podrá decir que en Madrid se le ha tratado mal. Mientras los madrileños hemos tenido que soportar que se nos ponga verdes en todas partes durante estos meses de pandemia, parecería que sólo por tratar de escapar de este horror a otras ciudades éramos los apestados que infectábamos con el mero hecho de nuestra presencia a cualquier al que huyéramos, o tan sólo a nuestras segundas residencias. Que da la impresión de que sólo se nos quiere cuando pagamos los impuestos, para todo lo demás se nos niega el derecho a vivir en nuestras casas compradas en otras regiones, no sin esfuerzo.

Aunque la gran mayoría hemos permanecido en nuestra ciudad, cayera lo que cayese sin temor pero con mucho miedo, hemos conocido al fin a nuestros vecinos. Al fin después de muchos años, sé que Rosa es mi vecina al otro lado de la calle, que tiene una hija y una nieta, que es pintora, y que todos los días nos lanzábamos besos de ventana a ventana en nuestra quedada de “las focas ”, como le llamaban los de la derecha extrema a nuestra única salida diaria durante casi tres meses. Por cierto Rosa, que cuando vuelvas de vacaciones quedaremos para tomarnos ese café con mascarillas, tal y cómo habíamos quedado. Quiero dar las gracias desde aquí a uno de esos famosos que viven en el barrio y que nos acompañaba en esos aplausos, si hasta hizo un corto para una marca en la que mostraba ese momento de confraternización tan especial que nos insuflaba vida,

¡Ea! ya me he explayado y me ha salido en encierro por los pelos, y la crispación y el agradecimiento, que para eso dicen que uno escribe, para soltar la hiel y quedarse como nuevo, aunque discrepo y creo que es para algo más, eso está por verso.

Vuelvo al tema inicial para que podáis llegar a entender cómo se nos ha roto la vida a los madrileños y quizás a algunas otras ciudades, pero yo sólo puedo hablar de ésta que es en la que habito.

He vuelto a Madrid después de unas pequeñas mini vacaciones y he vuelto huyendo, aterrorizada de la falta de compromiso y seriedad con las normas higiénicas que se establecieron para esta Nueva Realidad, y el susto a mi vuelta ha sido morrocotudo.

No sólo porque muchos locales de mi barrio tuvieran colgado el cartel de "Se Vende" o "Se Alquila" donde antes había pequeños negocios funcionando, sino porque la deflagración ha sido indescriptible, muchos de los sitios más emblemáticos de Madrid han cerrado, o al menos eso parece. Me comentan algunos, que es agosto, que no me olvide que muchos de ellos estarán sencillamente de vacaciones, pero entre estos y los que cierran, esta ciudad se ha convertido en una ciudad fantasma (ya, ya sé que muchos estaréis pensando que fantasmas ya éramos un rato antes de la pandemia los madrileños, pero esto yo no puedo evitarlo, chulapos al fin y al cabo).

Al pasar por el Café Central y ver las sillas apiladas detrás de la verja de la puerta de entrada y el cartel en la vitrina del último concierto en marzo, mi horror se hizo piel de gallina. Cuantas veces he ido a ver conciertos allí, cuantos de mis amigos músicos se ganan la vida tocando en ese local y otros tres o cuatro de la ciudad. Y me invadió la duda, si éste que era uno de los más concurridos ha cerrado, ¿qué pasará con el resto? ... pensé que era sólo una de esas excusas que se terminarían salvando con el tiempo.

Seguí andando… Quería comprar algo para leer y encaminar mis pasos a mi querida Librería de Mujeres, pero también parecía estar cerrado desde hace tiempo. Una amiga me dijo que suelen cerrar en agosto, pero no me cuadra con qué después de tres meses cerrados por el confinamiento, se hayan ido tranquilamente de vacaciones, no, espero que no se confirmen en septiembre mis sospechas, sería una gran pérdida. A posteriori he entrado en su página web y parece que al menos recuperaron el horario de tarde, pero tendré que acercarme para comprobarlo, porque el mail que intenté enviar a su web no se envía, debe ser un fallo del sistema, o mío, que en esto de la informática soy bastante negada. 

En mi camino a la librería comprobé con estupor que la gran tienda de Ropa Vintage, que creo es propiedad de Ángeles Caso, en la calle de Atocha, también estaba cerrada a cal y canto. Un negocio en el que uno se siente en los años sesenta, como si el tiempo no hubo transcurrido, qué pena verlo cerrado. No soy muy de Segunda Mano, pero este local rezumaba nostalgia y aunque caro, alguna vez compré en él algún regalo. Es una pena que también haya cerrado.

Después de no poder comprar un libro, me dije, bueno ya que estoy aquí me acercaré a la calle Mayor a tomarme un café en El Riojano, un café pastelería vintage que adoro, y con un salón por el que tampoco parece haber pasado el tiempo . No me preguntéis por qué, pero siempre me han gustado las mesas de mármol blanco ligeramente jaspeado de gris, y las sillas de madera que te abrazan por la espalda como si fueran un novio en pleno estado de enamoramiento. ¡Cómo me gustaban esos novios !, que ya tampoco quedan por cierto. También estaba cerrada mi cafetería favorita, y eso si que me dolió porque era el lugar donde quedaba con mis amigos más queridos, no podría llevar a cualquiera a un lugar así, habrían pensado que soy mayor de lo que parezco, que ya es. En cualquier caso, cuantos secretos he contado en ese salón, y cuantos me han sido desvelados,

Y deshecha en desazón, con una pena que me bajó la temperatura en sangre, aun sin tener la Covid19, a pesar del calor estrepitoso del horrible agosto en Madrid, me vine para mi casa, con la mascarilla llena de aspavientos escondidos, gracias al cielo no visibles para el resto del personal.

No se si este relato que parece de terror, lleno de locales cerrados en pleno centro de Madrid, lleno de lágrimas tragadas os hará sentir la misma frustración que tuve yo… Ya sé, que son cosas insignificantes, locales que frecuentaba, sitios con muchos años de solera que me faltan. Pero si tengo que aprender a vivir sin ellos definitivamente, ya os digo que me va costar, y mucho.

Puedo aprender a vivir sin turismo, sin gente que no me permite ni caminar, sin calles llenas, sin ruidos que me levantan dolor de cabeza, puedo, sí, lo siento por los hosteleros, restauradores y locales de ocio, que apenas uso. Pero sin estos pequeños alicientes que me daba la vida, si no hay más remedio que aprender, tendré que hacerlo, pero ya os digo que me va a faltar papel para contaros cuánto les echo, les echaré de menos.

Y ahora llamadme loca, pero sueño con la vuelta a ese café, a esa librería, a escuchar música mientras tomas una cerveza en ese local de jazz, a pasear entre ropas vintage con una Vespa verde claro expuesta contenplándome. Sin eso no, no puedo.

 

@carlaestasola

 

La nostalgia será perpetua si ellos no vuelven.


Música: The Style Council con la voz de Tracy Thorn - The Paris Match.





Tracey Thorn - The Paris Match