Dejar de hacer el amor porque se ha convertido en un acto
reflejo mera manipulación, gimnasia Los brazos no abrazan sólo colocan en la posición
propicia injusta al menos para uno de los
dos Los ojos no miran sino al vacío que se abre entre dos cuerpos Caricias que se obvian, gélidos besos que no conectan con la dermis Vello que no se eriza espalda no siente escalofríos no se segrega adrenalina El roce no encuentra oasis la piel muere de sed El hartazgo planea sobre la cama un silencio asesino que ya no mata el tiempo Se ahorran las palabras hasta simples monosílabos la empatía se torna utopía Los espejos no reflejan más que el recuerdo un ejercicio que cuesta más cada
vez Otros que no somos ya nosotros, habitan nuestros
cuerpos uno muerto, otro despojado de
sentimiento
Se hace duro seguir cuando nada te ata al otro recurres a lo más fácil, huir Sin palabras es mejor, uno, cobarde, no da explicaciones ni razones, usa otra vida Otro se apodera del presente, repasa en la caja de las fotos atesorando lo vivido
@carlaestasola Imagen: WanJin Gim Música: La Paquera de Jerez / Maldigo tus ojos verdes Nota sobre la Cantaora por cortesía de @VintageMusicFM Francisca Méndez Garrido (la
Paquera de Jerez) nació el 20 de mayo de 1934 en Jerez de la Frontera, en la
provincia de Cádiz, y en el famoso barrio de San Miguel que tantos artistas ha
dado al arte flamenco. En 1953 y en soporte de pizarra
editaría su primer disco. Bulerías y tientos serían los cantes que formaban
esta grabación que hoy es pieza de coleccionistas. El siguiente disco lo
grabaría en 1957: Maldigo tus ojos verdes, un tango que le escribió el poeta
gitano Antonio Gallardo. Estos discos sonaron mucho por la radio y le dieron
cierta popularidad por toda España. Tuvo éxito y pasó a ser definitivamente
reconocida en el mundo flamenco. Entre tablaos, espectáculos y grabaciones
discurriría su prolífica producción en la que compartiría cartel con los más
importantes del momento.
Compruebo con inmensa tristeza que nos siguen separando los años.
Tú, buscando felicidad cuando yo sólo pretendía morir tranquila a tu lado, después de convivir durante más de un tercio de mi vida
Escucho al joven francés llamando a los pájaros, miestras su pareja le observa con ojos enamorados
Mientras, yo, me acuerdo de tí... De tu pecho cálido en el abrazo de tus ojos reflejando al niño interior que aún te habita con todo el cariño brotando desde nuestros poros
Lluevo de nuevo, tantas veces, que podrían regarse jardines enteros, no habría sequías ni árboles muertos.
Pero tú, ya no estas... Estamos solos, yo y mis recuerdos.
@carlaestasola
Música: Camarón de la Isla / Pa qué me llamas prima
Lo he hecho si, desperdiciar una vida, me declaro culpable. De haberlo sabido, de haber nacido en la muerte y como Benjamín Button vivir hacia
atrás. Habría sido una flagrante ladrona. Habría robado los momentos de
risas, de felicidad, de placer y
regocijo. De ilusión, de ojos brillantes colmados de
lágrimas de alegría. De sensaciones intensamente
placenteras, de ojos de cerrados intentando
guardar el momento. Seguro que ahora, tendría de dónde
alimentar tantas horas perdidas, aislada, confinada, sola. Ese catálogo ha sido para mí la no
poesía, esa que siempre intento aunque siempre me gana la prosa irregular e irreverente de una ansiedad anciana. Siempre me habría gustado ser la poeta del Antonio Machado, maestro de lo natural y la
reflexión, cuyos versos surgían como el agua
de su Duero, amado por él. Suaves, pero con profundos, calmos e inteligentes cultos y aparentemente simples. Ojalá poder emular al Maestro, más fue único. Esta aprendiz insulsa tan sólo alcanza una vista corta, poco más allá de su nariz y no fluye sino expulsa, no levita, sino cae en picado, estrellándose una y otra vez contra las letras. Ojalá haber sido ladrona, haber guardado en la alacena las mejores confituras para ahora simplemente deleitarlas, comedidamente, a pequeñas cucharadas para henchir este alma amarga.
@carlaestasola
Música: Schubert - Sonata para piano D.960 - Richter studio
Guardé como los niños que esconden objetos incomprensibles en cajas hechas con papel de periódico, dobladas con papiroflexia para ser encontradas en algún futuro incierto Guardé sus ojos en un mar inmenso de lágrimas secas donde las miradas quedaron congeladas desacompasadas al unísono, una húmeda, la otra seca para rememorarlas al albor de cualquier tormenta Guardé sus manos en un acertijo infinito del que he olvidado la solución Guardé, yo siempre guardo, aguardo, calma, sosegadamente…